Matteya ben Heresh y el secreto de las croquetas

Hola mundo

7 años de mi vida pasaron en un pueblo árabe llamado Ilabún, en las montañas de Galil, Israel. Hace mas de 2000 años fue pueblo judío y hasta que yo sepa, fui el primer judío que regresó a vivir en este lugar desde entonces.

Es que mi novia en esa época fue una mujer árabe que nació en Alemania, por lo tanto, fui expulsado casi casi de mi familia y solo fue natural pasar a vivir con la familia de mi novia en Ilabún.

Cuando llegué a vivir allá estuve bastante perdido. Apenas cerré mi galerílla/bar/restaurante Ceramicafe, tuve muy poco dinero y no tenia idea de lo que quería hacer con mi vida.

En Ceramicafe, fui el chef y el barman por supuesto, conocí mucha gente que llegaron a tomar y platicarme sus vidas. Uno de ellos me llamó justo en esos días. Me preguntó si conozco un buen herrero porque quiere una reja para su nueva casa. Yo te lo hago respondí, soy experto en ese tema y además te doy buen precio. Claro que nunca en mi vida hice algo de herrería, sabia soldar porque como ingeniero de mecánica de barcos en el ejército, me enseñaron a soldar, pero no tenia nada de experiencia. Sin embargo, estuve desesperado por no tener trabajo y decidí brincar al agua. 

Resultó que la casa nueva de este señor esta en un pueblo judío muy cerca a Ilabún, solo nos separaba una montaña. Así que, en el día siguiente, fui a tomar medidas, le di presupuesto, compré una soldadura pequeña, algo de herramientas y pedí permiso del dueño de la casa para usar la parte atrás del jardín como un taller.

Fue muy difícil este primer trabajo, mi brillante cerebro no fue suficiente jajaja. Puse paloma sobre todos los errores posibles de principiante, pero al final entregué un trabajo perfecto. Algo que jaló mas y mas clientes.

unos de mis trabajos en Israel:

De mi taller improvisado, pude ver la carretera que llega al pueblo como una serpiente de entre de las montañas. Un día, temprano en la mañana, llegaron varios camiones con personas religiosas. Se pararon en lado de la entrada al pueblo. La gente que salió de los camiones empezó a escalar en la montaña justo en frente de mi y se juntaron todos en un punto ahí en la subida. Que raro pensé. Durante del día llegaron mas camiones mientras los primeros se fueron y así hasta la noche había mucho movimiento en la colina de esta montaña. 

Ese fenómeno me dio mucha curiosidad, pero por alguna razón no lo investigue. Así paso un año. Con el tiempo renté un hangar enorme en el pueblo vecino del otro lado de la montaña, en donde instalé un taller bien equipado para trabajos de arte en metal. Hasta puse un espacio con mini cocina. tenia en este espacio ejemplos de mis trabajos y ahí recibir clientes con buen café o una comida rica. 

Paso un año y que chistoso, otra vez llegaron esos camiones con esos religiosos obsesivos, trepando en las piedras para juntar en un ningún lugar. Que raro pensé de nuevo ¿y que creen? Tampoco fui a investigar lo que esta pasando allí. Pero en el tercer año que vi éste fenómeno repitiendo, ya no pude mas. Unos días después que se fueron, subí a la colina para ver que rallos hicieron allá esos locos.

Cuando llegue al punto de su reunión, note que es una zona arqueológica, una tumba de alguien. En esa época fui un joven ignorante, pero con gran curiosidad. Al investigar, aprendí que los santos judíos no se regresan a reencarnar. Sus almas, por ser santos, se conecta con la luz eterna para siempre y siempre mas. Una ves al año, en la fecha que el santo se falleció, su alma regresa a su tumba y se queda allá por un día completo. Los judíos, que saben las fechas y conocen las tumbas, llegan a ese día para estar cerca a la luz del santo. Piden milagros y meditan. 

Al seguir investigar me enteré que esta tumba es de un santo llamaba Matteya Ben heresh. Quiere decir Matteya el herrero. 

Una carretera separa de este santo y mi primer taller. Llegué a Ilabun sin saber lo que voy hacer de mi vida y convertí a un herrero artista igual como mi santo vecino. Eso me pegó fuerte. Encontré un Rabino maestro que dio clases de cábala y empecé mi verdadero camino espiritual, lo que estoy siguiendo hasta hoy día, aunque, para ser sincero, avanzo muy lento en mi opinión :-). 

Esta semana me recordé de esta historia porque una compañía que vende croquetas para humanos, intentó de convencerme vender este producto al mundo. Ellos toman verduras y frutas, los secan en una manera especial, sacan el azúcar que contienen en otra manera hasta mas especial, muelen lo ultra sano que quedo y este polvo lo encapsulan.

Tienen capsulas de 9 tipos de verduras, otras de frutas rojas y así tienen en menú completo para que uno puede comer sano atreves de sus croquetas.

La señora que intento de convencer me, me dijo que al consumir sus croquetas, el cliente come menos volumen, mas sano y por eso es científicamente comprobado que va a vivir más.

Esa frase fue lo que me recordó mis días en Ilabun

En Ilabun me gustaba despertar temprano, tipo cinco y media de la mañana, caminar en el pueblito que estaba todavía bien dormido y llegar a la carnicería. Ahí estaba Tufik, mi amigo carnicero, preparando el famoso café finjan árabe. El despertaba mucho mas temprano para matar unos corderos pequeños que crecieron en la parte atrás de su casa, comiendo lo más sano posible. Luego los limpia y los cuelga en su barra inoxidable de su carnicería. cuando llegaba a su tienda, el estaba en su ritual de café y yo mirandolo, aprendiendo del maestro. Juntos tomamos su café, platicando de política, clima y lo que paso ayer. Luego, mas o meno a las 6 y media, con el precioso amanecer enfrente de mi cara, salí para cruzar la montaña en un camino que inventé para abrir mi taller.

Tenia que abrir la puerta corrediza de metal pesado rápido y echar tres pasos atrás porque mis 2 pastores alemanes y un malamut estaban esperando del otro lado con mucha hambre y mucha gana de apapacho.

Un día, al abrir esa puerta brincaron sobre mi solo 2 perros. Rosa, el pastor alemán mas joven faltaba. La encontré acostada en lado del bulto de las croquetas con una cabeza de elefante, respirando mal. Su cabeza fue tan hinchada que no pude ver sus ojos. Al revisar encontré dos hoyos en su nariz.

Serpiente pensé. En unos segundos lo encontré. Una serpiente súper venenoso estaba de entro del bulto de las croquetas. Seguro que se metió su cabeza en el bulto y la serpiente la mordió. 

La cargué con mis manos a mi camioneta y manejé como loco 300 metros hasta la casa de mi amigo veterinario. Lo saque de su cama y juntos fuimos rápido a su consultorio. Allá la inyectó una medicina y también me dió unas pastillas. Oye, le pregunté ¿Cómo es que no se murió? Aaaa no te preocupes me respondió, los perros no mueren por el veneno de la serpiente. ¿entonces? seguí preguntando, ¿Porqué estamos aquí, inyectando medicinas? ¿no lo pudiste decirme lo de tu cama?

No, me respondió agarrando su panza, casi muere de risa. ¨es el protocolo¨ además yo también tengo que ganar algo ¿no?

Otra cosa, me dijo cuando estuve a punto de ir: Tu perra es poco gorda, mejor dale solo croquetas y la mitad de lo que se pueda comer. Es científicamente comprobado que así se va a vivir unos años mas. 

No se porque, pero este ultimo frase de el, se me quedo gravado en m i memoria para siempre. Durante años después pensé, pero para que mi perra va a querer vivir otros años si solo come croquetas, y mitad de lo que quiere.

Hoy cuando me dijo la señora de las croquetas comestibles lo mismo, pienso lo mismo. Es cierto que la salud del cuerpo es importante pero la salud mental es nada menos importante.

Yo quiero morder la manzana, escuchar como se explota en mi boca, sentir el flujo de su jugo como me llena. Quiero dejar un pedacito de chocolate en mi lengua, sentir sus sabores. Oler buen vino antes de besarlo y clavar mis dientes en cosas deliciosas mientras puedo. 

Oigan, déjenos vivir,

No coman croquetas

Yaron.

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