Aguas termales

Hola mundo

Dicen que México es Mágico y yo digo que es enormemente mágico. Conozco gente que viaja en todo el mundo, pero nadie que viajó en todo México. Creo que una vida no es suficiente para conocer todos los rincones de esta tierra. Sin embargo hay que intentar porque aquí, (y los digo como alguien que conozco el mundo) está el paraíso.

Este año, he decidido montar a mi caballo cada mes y salir por unos días para conocer otro pedacito de tierra mexicana. Mi primer viaje fue a Xico, lo que me hizo escribir el secreto de los caminos desconocidos. Esta vez viajé hasta los azufres de Michoacán, en donde la magia se congela de entre los vapores sulfúricos que salen de la tierra.

En la mañana despedí de mi familia y salí a mi ruta con la ayuda del GPS. Lo que no sabía es que mi guia estaba configurada para evitar peajes, lo cual me mando a una ruta desconocida. No me arrepentí. Es vedad que toque muchos topes pero el paisaje estaba espectacular. Cruce zonas de bosques verdes y frescos, pueblitos pintados con miles colores y una doña que me preparo las mejores chilaquiles de mis vidas. Tenía que mover la mesa al sol porque el aire ventoso estaba congelado. Esperando a mi comida, recordé que peligroso puede ser este GPS.

Leí casos de personas que se cayeron con su coche al lago porque su GPS dijo: “sigue derecho” y recordé de mi propia historia de terror con este maravilloso aparato.

La doña puso mucha crema en mis generosas enchiladas. Normalmente no me gusta así, pero esta crema es cacera y la salsa es muy picosa. Que rico.

 Recuerdo que una vez salí a Malinalco. El GPS estaba configurado para tomar la ruta más corta. Conozco el camino de mi casa a Malinalco muy bien pero en un punto, el GPS me aconsejó tomar a la izquierda. Vi que si lo hago, voy a entrar a un pueblito, pero igual pude notar, que es un atajo serio, porque me hace evitar la vuelta alrededor de la montaña que está en frente de mi volante, así que entré al pueblito.

Maneje unos kilómetros hasta un crucero T. El GPS insistió que tengo que seguir derecho. Pude ver que si, antes la calle siguió derecho, pero la gente del pueblo puso macetas enormes cada veinte metros en el centro de la calle, así que coches pueden tomar la izquierda o la derecha pero no pueden seguir derecho. Sin embargo, yo, con mi moto, si pude seguir en la vieja calle. Las macetas dejan suficiente espacio para mí, y lo hice.

Fue divertido manejar rebasando macetas enormes con plantas bonitas pero esta diversión se acabo después unos cientos de metros y la calle se volvió a una terracería. Ni modo pensé, mi moto es doble propósito, que bien que al fin lo puedo aprovechar. Poco a poco, la terracería se volvió más angosta. De mi lado derecho se empezó a subir la pared de la montaña y en mi lado izquierda, el rio se empezó a formar un desnivel con la terracería. Maneje un poco más para entender que estoy en un problema. El ancho de la terracería se volvió de un metro más o menos. En mi lado derecha está la pared de la montaña y en el otro lado, el desnivel se convirtió en una barranca profunda. Si pude parar la moto pero no pude dar la vuelta para regresar. El GPS insistió que tengo que seguir adelante y yo, como no tenía otra opción, lo hice.

El camino se volvió más y más angosto. De esas que se permiten a pasar solo una persona. Ya no pude ni parar. Manejando despacio pude sentir la hierba en la tierra de la pared de la montaña tocando mi mano derecha y en mi lado izquierda tenía muy poco espacio para no caer a la barranca. De repente, este camino de cabras se terminó, entrando a la parte trasera de una casa privada. Tenía que agachar para poder pasar bajo de las cuerdas en donde la señora estaba colgando su ropa, mirandome. Su boca se abrió por la sorpresa mientras mi casco paso bajo se su blanca ropa interior. Seguí en su bonito jardín pasando su casa, entrando a su estacionamiento y de ahí, Salí a la carretera, ahorrando unos 30 kilómetros de distancia y unos 10 años de mi vida jajaja.

Pinche GPS.

Otros dos horas de manejo con la panza llena y llegué a la zona de los azufres. Estoy seguro que Tolkien pudo escribir otro libro si hubiera estado aquí. En donde lanzas tu mirada puedes ver torres de vapor que salen de la tierra con un sonido fuerte y pintan el aire con olor raro de azufres. El vegetal en salvaje. Arboles enormes, flores de muchos tipos, piedra volcánica y silencio que solo el viento y las chiflas del vapor rompe.

 La carretera es muy buena y el nuevo asfalto da vueltas de entre docenas de balnearios con albercas termales. Pare en un abarrote en donde el señor me ofreció vaso generoso de licuado de rompope para descongelarme. Compre rico pan y otras cositas para la noche y fue a meterme en una de esas albercas termales naturales que se ven horribles para los ojos pero el cuerpo agradece cada grado de su alta temperatura, ni hablar del contenido mineral impresionante de esas aguas apestosas.

Son miles de años que nuestra raza (y los monos) usan el benéfico de los aguas termales para la salud. México es conocido como el lugar más rico en la tierra con esta bendición porque hay diferentes tipos de agua termal y en México tenemos de toda la variedad. 

Los aguas termales relajan la mente y el cuerpo. Por la alta temperatura, la sangre gira más rápido en el cuerpo y oxigena mejor las células.  La medula espinal se regresa a flotar como Di-s manda porque el estrés cotidiano se desaparece en este lugar mágico. El contenido de los minerales ayuda a desintoxicar el cuerpo, algo muy importante por si enfermaste con cobid o peor, si vacunaste.

Toda esa maravilla, ofrecen los aguas termales a una persona sana, sin embargo, gente con problemas de salud en la piel o en los articulaciones, se pueden curar gracias a esas aguas.

Sin duda, cada persona tiene que sumergir en aguas termales varias veces al año, algo que voy a intentar cumplir de hoy y adelante.

Hasta la próxima, Yaron.