Hola mundo.
Muchas veces veo personas con carga emocional de un tipo u otro, lo que afecta su cuerpo en forma de estrés muscular, colon irritado, problemas en la piel y más. Hace poco, tuve la suerte de ver exacto cómo es, que este estrés se forma en tiempo real. Fue fascinante:
Una hija llegó a la mega casa de sus padres con su preciosa y joven perrita. La hija fue a un cuarto en el otro extremo de la casa y probablemente cerró la puerta. Su perrita, después unos segundos la fue a buscar y todos pudimos escucha un sonido leve por un segundo, lo que pareció cómo uñas rascando puerta de madera.
Inmediatamente, el padre volvió tenso, pero no dijo nada. La mama sí. Dijo casi en silencio, con voz grave lleno de culpa, “se rascó la puerta”. ¿Rascó la puerta? Pregunto el padre a su hija cuando regreso. ”No lo vi pero seguro que si” respondió.
Puede imaginar el drama que me gustaría no contar, lo que se armó en este tarde. Un conflicto con dos ganadores. La persona que va a arreglar costosamente la puerta y los doctores que van a atender tres pacientes nuevos, victimas del estrés.
Esas personas del cuento, son personas que quiero mucho. No sabía que decir, cómo ayudar. Bueno, ni se puede ayudar en esos momentos, porque nadie en realidad te pide ayuda. Es cómo dar respuesta a una persona que no pone la pregunta. Pero tú, mi querido mundo, siempre pregunta. Entones, para ayudarte en situaciones de este tipo, para que no sufras del estrés, te voy a contar un cuento que escuche de mi maestro hace tiempo:
Una persona en sus cuarentas, fue con el sabio del pueble para que lo ayude a resolver su grave problema. ¿Qué es tu problema? Preguntó el sabio en el zoom. Mi problema dijo el joven es que toda mi vida estoy sufriendo. Si no es una cosa es otra. Hace poco perdí mi trabajo por ejemplo. Todos los días pasan cosas que me estresan. ¿Qué hago? Ayúdame.
El sabio quedo callado unos minutos y al fin lo dijo: mira, voy hacer sincero, la verdad es que en el tema del sufrimiento no soy experto. Sin embargo, tengo muy buen amigo, lo que es gran experto en eso. vive en tal calle en tal ciudad. Le dio la dirección exacta y salió de la sala.
En el día siguiente, subió a su caballo y después una semana de sufrimiento, llegó a su destino. (Pudo llevar su coche, pero para el ambiente del cuento, lo puse en un caballo, pobrecito). Ahí vio una casa enorme con jardín precioso atrás la alta reja. Entonces tocó el timbre y esperó. Una jovencita, parece quien trabaja en la casa por su uniforme, abrió el portón, preguntando cómo se puede ayudar. Estoy buscando a Gabriel dijo el chico.
“aquí no vive” respondió la señorita. Pero hay un hombre con este nombre, lo que llega cada tarde para dormir en la banca enfrente de esa casa, en el otro lado de la calle dijo, enseñando con su larga uña roja, a una banca de cemento, abajo de la cúpula del árbol de ficus, justo en frente. No tarda de llegar dijo y regreso al castillo.
Yosi, (ya vamos a dar un nombre al protagonista, porque veo que el cuento es más largo de que recordé) cruzo la calle, y poco confundido descanso en la banca, esperando. No pasaron ni 10 minutos, y un hombre viejito, todo sucio, sin dientes y con ropa rota, llegó para sentar en esa banca. Abrió su apestosa mochila, sacó comida recogida de los basureros de restaurantes y empezó a comer. ¿Te gusta? Pregunto a Yosi, lo que quedó traumado del escenario. No, gracias. Estoy buscando a Gabriel, el amigo del sabio de mi pueblo.
Yo soy Gabriel dijo el viejito. ¿Porque me buscas? Pues, respondió Yosi, tengo un problema grave. Toda mi vida estoy sufriendo. Cada día hay una cosa nueva que me estresa. Tu amigo, el sabio, dijo que eres el experto en el tema del sufrimiento y que me puedes ayudar.
¿Yo? Pregunto Gabriel con sus ojos abiertos en gran sorpresa. Creo que mi amigo esta poco equivocado esta vez. No es posible que te voy a poder ayudar.
Yo, Nunca en mi vida sufrí. Ni por un minuto.
Hasta la próxima, Yaron.