Hola mundo.
En el post pasado llegamos a la conclusión que en la vida, el alma gracias al cuerpo, puede evolucionar igual cómo un programa puede actualizar si está instalado en un celular. La pregunta es cómo y qué tenemos que hacer en la vida para conquistar esa meta.
Mirando en el espejo, lo que podemos ver es nuestro cuerpo. Es imposible ver el alma. Lo físico, podemos entender, observar y estudiar. Las leyes de la naturaleza son accesibles igual que nuestro reflejo en el espejo. Las leyes espirituales por otro lado están ocultas.
Las palabras “leyes de la naturaleza”, en hebreo significan “grabado y estampado “(חוקי טבע). Eso es porque las leyes de la naturaleza son para siempre. Si escribes algo con lápiz o pluma, hay manera de borrar lo que escribiste pero si estás grabando algo o estampandolo, eso es para siempre. Si un científico va a despertar en la mañana diciendo que la ley de gravitación es muy vieja y hay que cambiarlo con una ley moderna, probablemente lo van a mandar al manicomio. Así exacto son las leyes del mundo de las almas, fueron creados paralelo al mundo físico y son para siempre. Eso es lo que tienen en común los dos mundos. Lo que tienen en opuesto es que cada vez la humanidad descubre y domina más el mundo físico mientras en el mundo espiritual, cada día estamos más lejos. Olvidamos la magia, las leyes espirituales y a nuestro padre en una manera tan ridícula, que existen millones de personas que llaman a un judío que vivió hace 2400 años “el padre” solo porque logró tener acceso a la sabiduría de la magia.
Para que nuestra alma pueda purificar, el usuario debe cumplir con leyes que no tiene ninguna manera de descubrir. ¿Entonces? ¿Cómo rayos uno puede hacerlo? ¿Y para qué?. ¿Qué mal vivir a gusto sin pensar en esas cosas? Muchas preguntas.
¿Recuerdas quién somos? (Checa los últimos posts si no recuerdas) No somos el cuerpo ni el alma. Somos la experiencia que generan los dos. El alma está en la mente y su centro es el cerebro. El cuerpo es la sangre y su centro es el hígado. Nosotros estamos en el corazón escuchando el alma y el cuerpo. Es por eso que el corazón tiene dos cuartos. Claro, la explicación físico es que un cuarto manda sangre a los pulmones para recoger oxigeno mientras el otro cuarto manda la sangre con el oxígeno al cuerpo pero eso es solo el reflejo físico del lado espiritual. En un cuarto llega lo que quiere el alma. En el otro cuarto llegan los deseos del cuerpo y nosotros, lo quien es tú y yo, decidimos que escoger. Así es en la vida con cualquier decisión y conflicto desde abrir los ojos y hasta dormir.
La primera vez que pasó esa dinámica extraña fue con el primer humano. D-os lo creo y le dio solo una ley para cumplir. El alma del primer humano, cómo fue soplada del mismo D-os quiso obedecer, es lo que llegó a su corazón. Pero su cuerpo llegó con otra idea y el, en su corazón, escucho a la “serpiente”.
Adam y Eva no fueron nada tontos. Sabían exacto lo que están haciendo. Elegir el mundo físico costó un precio que nosotros estamos pagando hasta hoy día. Dios creo este universo físico y espiritual por un propósito. Lo que paso con Adam vamos a explicar en el siguiente post.
La cábala explica que cada alma es un chispa, un pedacito del primer alma y llega al mundo para quitar este parte del serpiente qué todos tenemos en el cuarto derecho del corazón. Para poder hacer lo y evolucionar tenemos que seguir el manual de uso, lo que recibimos directamente del fabricante. Lo necesitamos porque nos guía en el mundo energético. Un mundo que no lo podemos entender.

La vida no es el único mecanismo para purificar. Existe también el infierno y otros procesos interesantes que vamos a explicar en el futuro. Pero la vida nos ofrece un camino agradable (mas o menos).
El manual de uso es la Tora (Biblia) y su parte secreto es la Cábala.
vivir cumpliendo las leyes físicas te da salud físico. Vivir cumpliendo el manual de uso te da el salud espiritual. Juntos, uno puede pasar la vida y al final tener en su tumba esa paloma verde con el escrito: “actualización exitosa”
O desaparecer
Hasta la próxima, Yaron.
