Hola mundo.
Mami mami gritó orlin en la tienda de campaña pequeña que esta pegada a la del nuestra. Que pasó respondió mi pareja y me despertó (¿Qué esas mamás nunca duermen?). Se desinfló mi colchón, reclamó la niña. Pues el nuestro también, estoy medio pensando medio soñando. Te voy a dar el colchón del Kimah, él esta dormido en la hamaca responde la mamá. Buena idea susurre mientras volteo al otro lado sobre el colchón ponchado que perdió mitad de su aire. Lo bueno es que nuestro colchón es de King size con altura de cuarenta centímetros cuando está bien inflado. Si se pierde aire, todavía se puede aguantar. Pero los colchones de los niños son delgados. Si se desinflan estás en el piso.
Oigo el cierre de la puerta de nuestra casa de campaña como se abre. Estoy abrasando rico la almohada. Puedo escuchar el sonido eterno del rio Amacuzac, las cascadas, los animales nocturnos y de repente, los gritos de mi pareja: no sales Orlin, no sales, hay muchas hormigas. Otra vez oigo el cierre de la puerta y mi pareja entra como viento pegando sus pies con las palmas, gritando: hormigas, hormigas y otras palabras que no se puede escribir.
Que bueno que elegí en Decatlón la casa de campaña mas alta porque di un brinco de la cama y en un segundo estuve afuera armado con mi lámpara de cabeza y una tonelada de adrenalina. El pasto, que en el día fue tan rico e inocente, estuvo a hora como una zona de guerra. Filas de hormigas pasaron en todos lados. Tenia que fijar muy bien como pisar para que no me atacan. Caminando como en un campo de minas, logré cambiar el colchón de orlin. Aprovechando que estoy despierto en una manera total, saqué la bomba de aire y ahí, a las dos de la madrugada, de entre palmas pintadas en gris, un rio enorme y cascadas, inflé de nuevo nuestro colchón para poder dormir mejor.
En el día siguiente llevé el maldito colchón al agua para encontrar su hoyo, lo cual arreglé con el kit que tengo en mi moto. Pero en este momento, abrazando a mi adolorida pareja, no pude dormir. La adrenalina y el ejercicio me dejaron despierto por un rato.
Recordé de una frase vieja del nuestros sabios que dice: vete con la hormiga flojo, mire sus caminos y sé sabio.
Un investigador brillante y guapo (mi hijo), del famoso instituto de Vaitzman en Israel, tomó la frase a pie de la letra y se metió a estudiar e investigar los caminos de las hormigas. Lo que descubrió fue muy interesante. Una hormiga sale de su nido para buscar comida. Se empieza a caminar en una línea recta hasta que llega a un obstáculo en donde se cambia su dirección. Así, la hormiga puede caminar una distancia larga, cambiando su dirección muchas veces. Cuando se encuentra comida, la hormiga elige un camino recto, directo a su nido. ¿Cómo hace eso? Fué la pregunta del guapo brillante investigador.
No es porque puede oler el nido ó verlo. Ni es porque sabe navegar con el campo magnético como los pájaros. El resultado de la investigación indica, que la hormiga es capaz de medir cada distancia que se camina hasta que se cambia su dirección y es capaz de recordar exacto el ángulo de cada cambio de dirección. Cuando se encuentra con alimento, se hace una calculación matemático complejo para saber en que distancia y en que ángulo está el nido y se marcha siguiendo . Impresionante.
Otra habilidad extraordinaria que posean las hormigas aparte de ser gran arquitectas, es el poder volar. Cuando el nido llega a una masa critica, nace generación con alas para poder formar nuevas colonias lejos del nido madrino.
En mi casa de campaña, rodeado con ejercito de hormigas, dormí pensando, que sabios fueron nuestros maestros. Con todo lo que está pasando en el mundo, quizá es tiempo de ir con las hormigas para aprender calcular nuestros caminos y sacar alas.
Hasta la próxima, Yaron.