Hola mundo
Hace cuarenta cuatro años más o menos, entré al ejército de Israel. Mi servicio militar duró seis años en la marina, en el puesto de jefe del mecánico de barco de misiles. Fácil puedo escribir un libro sobre esa época de mi vida. Una anécdota que recordé hoy, reparando la bomba de agua, fue en el alto mar.
Me avisaron que no hay presión de agua en la tubería sanitaria. Quiere decir que si abres la llave, no sale agua. Levanté de mi silla en el cuarto de control y fui al cuarto del hidrofor. Un sistema que incluye bomba de agua, un tanque de presión, sensores y caja de luz lo que controla todo.
Las puertas en los barcos son cómo puertas de caja fuerte. Hechan de metal con dos manijas, al girar las, se encajan seis varillas en el pared metálico para sellar lo en una manera hermética. Están hechas así por situación de emergencia. Si una sección del barco se daña y agua del mar penetra, gracias a esas puertas, no se sigue llenando todo el barco. El barco puede seguir flotando también si uno o dos secciones se dañan. El problema de esas puertas, lo que justo abrí para entrar al cuarto del hidrofor, es que son bastante pesadas. Por eso, deben de ser cerrados o abiertos hasta el extremo, con un seguro que los mantenga abiertos sin mover.
Pues, parece que el seguro de esa puerta, no funcionó bien. La abrí hasta que se encajó en el seguro. Luego abrí la puertita de la caja de luz para sacar el diagrama eléctrico que ahí estaba. Justo cuando metí mi mano en la caja de luz, una ola enorme sacudo el barco. La puerta se zafó de su seguro y me pegó en mi espalda. El golpe me empujó y mi mano tocó dos facas de luz en la caja. 440 volt perforaron mi muñeca izquierda y Salí volando como tres o cuatro metros. La pared del otro cuarto me paró y caí al piso sin conciencia.
Desperté en el helicóptero, lo que me llevó al hospital. Allá me hicieron estudios y decidieron que estoy perfectamente bien, cocieron la herida y me dejaron ir. Para el fin del día, cuando mi barco entro a su estacionamiento, yo entré a mi departamento en Haifa.
Pero cosas raras empezaron a pasar. Levanté el teléfono (la era de los teléfonos) para llamar a mis padres pero no logré recordar el número. Lo mismo me paso en el cajero automático. No recordé el nip. Mi memoria se borró, pero en una manera que no tiene lógica. Una mezcla de memoria corta y larga. Parte recordé y parte no. Otras cosas raras pasaron pero es para otro post.
Este accidente me hico entender la importancia de la electricidad en nuestro cuerpo. Los músculos se aprietan con un corriente de 3 miliamperios. Es por eso que mis músculos se apretaron tan fuerte y me lanzaron como un cuete. Los procesos en el cerebro funcionan con neuronas que mandan señales eléctricas. Las moléculas de agua que forman nuestro cuerpo están hechas de átomos que se conectan con fuerza eléctrica. La electricidad esta libre en el air en una manera que podemos usar lo gratis, como nos enseñó Nicola Tesla, pero bueno, eso ya es para mí futurista blog: “la corrupción y el crimen contra la humanidad”. Seguimos con secretos saludables. En el cuerpo humano, la electricidad es una fuerza que nos mantenga vivos. Cada célula sabe funcionar gracia al campo magnético del mundo. El magnetismo mueve los electrones y movimiento de electrones en una dirección, es lo que significa electricidad.
El terapeuta que aplica imanes, lo sabe muy bien. Sin embargo, igual como la fuerza magnética puede curar por la manipulación de electricidad, igual puede generar daño. La radiación de los celulares es seguro para la salud según los estudios, pero el efecto del campo magnético que genera el celular, no está estudiado.
Sabemos que muchas veces, las casa “embrujadas” están muy cerca de un transformador grande de electricidad, o un cable de alta tensión, o simplemente está en una zona con campo magnético local, por mucho hierro en la tierra por ejemplo. Esos campos magnéticos afectan el cerebro y lo permite ver “fantasmas”.
Personas que fueron víctimas de relámpagos y sobrevivieron, muchas veces pasan efectos raros. Por ejemplo, el caso conocido de una persona que relámpago lo pegó en su edad de 60. Desde eso, se empezó a tocar piano y aprendió muy rápido tocarlo en una manera fenomenal.
Desde mi accidente, tengo mucho respecto a la electricidad y a los campos magnéticos. Evitan quedar cerca a los transformadores de luz, alejan los celulares de su cuerpo especialmente de la cabeza y no toman terapias de imanes, al menos que el terapeuta es súper profesional. Por lo último, si manejas un coche eléctrico, sería interesante checar que tanto campo magnético genera esa granja de baterías que está bajo de tu culo.
Hasta la próxima, Yaron.