Buen día mundo.
En español, se saludan con la frase “buenos días”. Yo saludo con ”buen día”, traduciéndolo de mi idioma natal.
Hace una semana, en un tarde, di aventón con mi moto al amigo de mi pareja. Un intelectual flaco, inofensivo, con corazón de un pollito. En el día siguiente, llegaron a su casa la policía. Lo golpearon, echaron gas en su cara y lo llevaron al bote en Tepoztlán porque su ex mujer enferma mental con diploma, junto con su novio político, abogado, con conexiones en la cárcel por su papi, lo acusaron como violador, para quitar los hijos que están con él por decisión de la justicia. En el fin del día ya estaba en la cárcel central, en donde papi fue el jefe y sus pequeños hijos en el Dif. En la cárcel se quedó una semana, golpeado, asmático sin medicinas, sucio y hambriento, hasta que por un milagro lograron regresar lo a su casa, lo cual el político con la ex están intentando de quitar.
Es por eso que yo saludo con “buen día”. Decir “Buenos días” me parece demasiado optimista en nuestro México ¿verdad?
El amigo salió de la cárcel en viernes y mi pareja decidió pasar la noche en su casa, para que no se quede solo después todo ese trauma. Yo me quede solo con mis tres hijos pensando bueno, que hacemos para la cena. La cena de shabat.
No tenía la energía, ni el ánimo para cocinar como siempre. Pensé en tirar unas papas rebanadas a la freidora y con la carne molida que ya descongele, pensé hacer unas hamburguesas.
¿Hay cátsup? Me preguntó Kimah, ¿hiciste pan de hamburguesas? Siguió preguntar me. Nop, la verdad es que se acabó el cátsup y no tenemos pan para hamburguesas lo respondí. Pues, entonces yo no voy a cenar reclamo el pequeño. Yo tampoco dijo Orlin, y a Shamaim, ni fui a preguntar. Me quede solo en la cocina. Mis hijos arriba viendo tele y su mama con el amigo golpeado. Solo las papas, la carne descongelada y yo, quedamos a escuchar una canción de Gustavo Cerati, mirando uno a otros sin palabras. En mi imaginación, moví de entro el infinito libro de recetas, hasta que paré en una de las hojas con una receta fácil, rápida e irresistible por cualquier ser humano. Una receta tan deliciosa, que ni pregunte nada a mi hijos e inmediatamente me puse a trabajar. Solo las papas gritaron: “no, solo no en el agua hirviente” pero si, en el agua hirviente se entraron.
Lo que decidí servir en esta noche obscuro fue albóndigas en salsa bechamel, acompañadas con puré de papas y algo de ensalada. Digo esta noche obscura, porque antes de servir, justo cuando ayude a mi hija prender las velas de shabat, se fue la luz en todo Tepoztlán. Prendimos el serillo y puf, quedamos en la obscuridad y un silencio profundo por la magnitud de la falla.
Puré de papas es muy fácil de hacer. Después pelar este tubérculo nutritivo, lo meto en agua hirviendo hasta que se cose bien. Si las papas son grandes, es mejor rebanar las, para que el proceso se acaba más rápido. Luego se deja que se enfría poco y se aplasta con un aplastador de papas que se consigue en cualquier súper. Ponemos poca leche para suavizar la masa, poca mantequilla, sal y pimienta. Es todo que hay que hacer para conseguir un puré de papa delicioso. Yo todavía lo mejore. En un sartén freí con mantequilla dos cebollas medianas bien picadas, hasta que casi casi se quemaron y lo mezcle con el puré. Igual, se puede poner un camote por cada dos o tres papa, o un betabel. Sale increíble y con color espectacular.
Albóndigas en salsa de bechamel se oye como una receta que requiere gran talento y 4 años de estudios, pero la verdad es que es muy fácil, aun, tiene su truco.
En una olla vamos a poner media taza de harina más o menos, con mucha mantequilla. Híjole, nunca mido las cosas, algo de entre 100 y 200 gramos de mantequilla. Lo vamos a freír lentamente hasta que la harina se empieza a cambiar su color de blanco a café ligero (yo uso harina integral, obvio). A hora tenemos que echar agua y aquí está el truco. Hay que “abrir” lo que tenemos en la olla. Se pone poca agua y se mescla hasta que la harina lo absorba. Regresemos a esta técnica hasta que la masa se vuelve liquida. En este momento podemos echar de una vez toda el agua que falta para conseguir una salsa especia y sin bolitas. En esa salsa se mete las albóndigas sal y pimienta. Se cose en fuego bajo por media hora y otra media hora de reposo. Hay miles de maneras y especias para mejorar esta receta básica, lo cual no lo hice, por no entrar en conflicto con el paladar de mis hijos.
Con luz de velas cenamos, jugamos ajedrez y fuimos a dormir.
Buen noche mundo.