Hola mundo
Hoy día, todos tenemos celulares inteligentes. La persona más humilde, posee un teléfono que un rico moría por tener hace solo unos años. Como todos, yo también tengo uno, con un plan bastante viejo. Pago doscientos y cacho pesos al mes por solo dos gb y redes sociales ilimitadas. Así de viejo es mi plan que nunca lo renové.
Hace un mes me pasó terrible accidente con mi viejo plan. Estuve bajando una película de 4.5gb mientras el celular estaba conectado al modem. En un momento de distracción Salí de la casa. El programa empezó a usar los datos del plan y claro, en una hora lo drenó. No solo que se acabaron mis pocos datos, fue el día de la renovación mensual, así que me quede sin datos por todo el mes que sigue.
Parece que en At&t, están acostumbrados a esos tipos de accidentes porque instantáneamente subió un popup que me ofreció comprar más datos. Yo, todo apenado por mi tontería, empecé a obedecer las instrucciones de una inteligencia artificial. Elegí la opción de cien pesos, pero un mili segundo antes de tocar el botón “comprar”, algo de mi lado rebelde congeló el dedo.
A ver, pensé. Si las redes sociales siguen funcionando sin datos ¿porque tengo que comprarlos? Además, en casa y en muchos lugares (hasta en los parques y calles) se puede conectar al modem o a un ruter. En una de esas ocasiones, bajé los mapas sin conexión en google maps, así que a hora pude navegar sin datos y pensé, a ver si puedo pasar el mes sin comprar el servicio que me ofrecen.
En At&t no le gusta cuando un usuario se vuelve “smartass”. Lo primero que descubrí es que sí, es verdad que las redes sociales siguen funcionando pero no funcionan en una manera completa. Puedes mandar mensajes en whatsupp, incluso archivos de fotos y videos, pero no puedes realizar llamadas ni contestar una. Aun, decidí ser valiente y seguir con mi experimento. La primera semana pasó excelente. No me faltó nada. Tampoco en la segunda semana. Pero en la tercera semana descubrí la segunda cosa. Derepente y sin aviso, las ilimitadas redes sociales se pararon de funcionar. Así de la nada, por unas horas. Tenía que conectarme a un modem para mandar y recibir mensajes. Eso sí me molesto pero como me quedó solo una semana hasta que mi plan tenía que renovar de nuevo, apreté mis dientes y seguí necio con mi guerra.
Un día antes que declare mi pequeña victoria sobre la sistema, me mando la señora Karla, una representante de At&t, mensaje largo y amable. La señora Karla me conto que mi plan es muy viejo y que por solo 150 pesitos más, puedo tener plan de 7Gb y un celular nuevo de la lista ajustada. Claro, tengo que comprometer por 36 meses. Nos vamos a casar por tres años, me dijo la señora y ni la conozco.
Le respondí, que si por 150 pesos menos, puedo tener un plan sin datos, solo con redes sociales ilimitadas, y que estoy dispuesto de pagar 20 pesos adicionales cada mes para que me abran la opción de realizar llamadas vía whatsupp. Además la escribí que tal si seguiremos amigovios, sin casarnos? La señora Karla nunca me respondió, que raro.
En el día siguiente, mi teléfono se regresó a la normalidad, pero yo no. De repente entendí que tanto estamos acostumbrados de consumir. Caminando en la plaza, vi tiendas que están llenas de miles de artículos que nadie necesita. Comerciales que cuestan millones de dólares para construir y mantener gracias a productos encajados que estamos consumiendo sin necesidad.
La vida es muy simple. Comer sano es económico y te ahorra comprar seguros médicos que cuestan una fortuna por ejemplo. La mayoría de nuestro consumo es innecesario. Nos hace trabar duro, dormir poco y estar preocupados.
La vida es simple, somos nosotros que la complicamos.
Hasta la próxima, Yaron.