Hola mundo, ¿cómo estás? ¿Yo? Estoy bien borracho 🙂
Bueno, no tanto, pero si, hoy es Purim. Una fiesta Judía de disfraces, en donde es una obligación ser feliz y todo está permitido. Tomar, fumar, igual los niños lo pueden hacer. Una fiesta de desmadre hasta lo máximo posible.
Esta locura empieza hace 2500 años más o menos. En esa época, los judíos vivieron en un país llamado Persia, lo que es Irán hoy. El rey de este país, manipulado por un malo, da el permiso de matar todo el pueblo judío, lo cual en esa época vivió allá. La reina y su primo, logran salvar la situación gracias a un ayuno, un milagro y una fiesta de disfraces.
Es por eso, que cada año en esa fecha, estamos aplicando un día de ayuno y luego contamos la historia completa (es una historia larga e interesante. Lo puedes encontrar en la red bajo el nombre “Megilat Esther”). Lo que sigue es la fiesta de disfrace, llena con alcohol y más.
Siempre después Purim, me quedo con dos preguntas en mi mente. Primero, porque la llevan hasta este extremo. En la fiesta original, en donde Esther, la reina, salva el mundo, no participaron niños. Además, fue una fiesta de disfraces, no una emborrachara. Segundo, está escrito, que en los fines de los días, van a quedar solo dos días festejos (y tenemos muchos). Uno de esos dos es Purim. ¿Porque esta fiesta tiene una importancia tan grande en el mundo espiritual?
En el judaísmo, las historias tienen 4 niveles de entendimiento. El primero es el cuento simple, a pie de la letra. Mientras el nivel 4 es el secreto. La verdadera esencia espiritual, lo cual voy a intentar de explicar con una analogía:
Un inglés salió a viajar a sud áfrica en crucero. En su viaje, casi al fin, llegó a un lugar y vio un elefante blanco. Precioso. Muy especial. Tanto emocionó con este fenómeno, que lo compró y lo subió al barco para llevarlo a Inglaterra a su casa. Casi llegando, enteró que en la aduana en Inglaterra, cobran casi doble por los elefantes blancos. Enojado, pidió a los trabajadores en el barco, si pueden pintar su elefante en gris. Claro que si fue la respuesta.
Llegando a Inglaterra, pasó la aduana sin problema con su elefante blanco pintado en gris. En su casa, tomó la manguera en el jardín para despintar el elefante. ¿Y qué crees? Al quitar la pintura gris, se despinto el blanco también.
Este cuento, aparte de ser muy chistoso, quiere decir que todos estamos caminando con disfraces. Solo, cómo estamos construyendo nuestro disfrace desde el nacimiento, parece que es normal, que así somos, cómo el elefante blanco. Al disfrazar y luego quitar el disfrace, tenemos el chance de quitar no solo el disfrace de la fiesta, si no, también el disfrace que tanto estamos acostumbrados a tener. Si logras hacer lo, salvaste tu mundo.
Para lograr quitar las capas que cubre y obscuro la luz divino del alma, estamos aplicando el mecanismo del Purim.
Y bueno, mucho alcohol es un gran ayuda jajaji.
Hasta la próxima, Yaron.