Hola mundo
Estoy cerrando mis ojos para recordar. Nueve años pasaron desde que subí en este elevador. Unos momentos antes, entré al edificio. ¿Adónde dirige joven? Me pregunto el sénior de la lobby. “piso cinco, con la señora Mireya” respondí. “éntrate al elevador y te van a jalar”
Para mí fue simplemente otra cita, otro paciente nuevo en un día del trabajo. Pero la puerta de este elevador abrió una nueva página en mi vida.
Fue de esos ascensores que se abren directo al departamento. Lo primero que sentí fue una ola roja, por el color dominante del este departamento. Paredes, muebles y más, rojo, rojo, rojo. Lo segundo que me pegó fue la presencia iluminada de una mujer que me recibió, con una sonrisa enorme. Sabía que algo muy especial está a punto de empezar.
Mireya.
Muy rápido volvimos amigos del alma. No fue necesario construir una amistad, si no, solo recordar la. Mireya le gusta mucho mis trabajos de arte y durante los años, su casa fue adornada con mis obras. Creo que la pieza más significativa que hice para mi amiga fue su cama.
Hoy en la tarde subí otra vez, probablemente la última, en este elevador. Abrí la puerta roja que se encuentra después de la puerta metálica automática del ascensor y encontré la casa llena. Hoy fue una comida de despedida, porque la próxima semana, mi querida amiga se va a su último viaje, al mundo de los muertos.
Una de las cosas, lo que comparten personas de mi edad, es que conocemos mucha gente, que ya no están caminando con nosotros sobre esta tierra. Sin embargo, creo que yo tengo un record en eso. Amigos de mi infancia que se fallecieron en accidentes, un amigo en el ejercito que conocí hasta como se piensa, porque tenía que limpiar su cerebro del pared en nuestro cuarto, después que se suicidio, disparando su cabeza. Y mas compañeros del ejército. Luego, mi primera novia, el amor de mi vida, que se echo un garrafón de gasolina en sima y murió tres días después, porque se encendió el cerillo. Y así la lista sigue, historias que pueden congelar tu sangre, historias que son la prueba, que la realidad es más fuerte de la imaginación.
Próxima semana. Voy a perder una amiga muy especial. Esta vez la historia es diferente. Una historia bella de despedida, una manera sana de morir.
“recuérdate tu día de morir” está escrito. Todos vamos a morir un día. Saber aceptar lo y fluir con el proceso, es una tarea que requiere nivel alto de conciencia. Mucha gente, por el miedo y/o por vicios, gasta su patrimonio, luchando por vivir un poco más, generando gran sufrimiento a las personas en rededor y a su mismo.
Para mí, Mireya es un ejemplo de la manera que hay que morir. Desde que se descubrió que su enfermedad no es curable, se está preparando en todos los aspectos, para su último día. Solo toma tratamientos paliativos. Tratamientos, que probablemente la van a apagar poco a poco en esos días.
Yo por mi lado, practico el desapego. Dejando la ir, sabiendo que somos seres de luz eternos, preparando por su deseo, la última obra de arte. El cuarto para su ceniza. Su Urna.
Hasta la próxima, Yaron.