Hola mundo
Alex (nombre inventado, se llama Raúl) me enseño su muñeca. Hace unas semanas la multirompio bajando con su bicicleta en desiertos de los leones. ¿Cómo lo ves? Me preguntó su papa. Mire, aparte de naves espaciales y trenes, creo que manejé todo lo posible. En el aire, sobre la tierra, en la nieve, en el mar y bajo del mar. Sin embargo, el vehículo mas peligroso de todos en mi opinión es la bicicleta. ¿ves? P—-jo, mañana quiero que vendas tu bicicleta, medio gritó su papá, algo frustrado, algo como enojado aun no. Es mi bici, respondió Alex, la compré con mi dinero y no la voy a vender papi.
Alex, su papá y yo, estuvimos parados en el pasto. Un triangulo mirado por docenas de flores de orquídeas colgados del árbol que me sirvió para mi espalda. Otro árbol cercano estaba ocupado los últimos años en su trabajo – levantar el piso de la terraza de sus preciosa casa. El pasto bajo nuestros pies siguió cientos de metros a todos lados, manchado con una alberca lejana. Solo las casas en rededor de este conjunto lo limitaron porque con el clima y la cantidad de agua que cae aquí se puede seguir y conquistar terreno. Alex y su papa siguieron con la discusión, yo pasé a mute y recordé de mi bicicleta que está tirada en el desorden de mi taller, oxidada y con polvo acumulado por los 14 años sin mover la, un polvo que la dio capa grasosa y fea.
Hace quince años llegue por un proyecto a Taxco y me enamoré de México. Un año después regrese a mi país para despedir y tomar lo que puedo llevar conmigo en el avión. No se pudo mucho. Elegí mi ropa preferida, poco dinero, otras cosas personales, un regalo para el amor de mi vida que estaba esperándome en Tepoztlán y la bicicleta. Tan valiosa fue la bicicleta para mi que la empaqué y la armé de nuevo, exacto en el otro lado del mundo. En el viaje se rompió la estrella delantera así que, en la primera semana de mi vida en Tepoztlán, la rodé al taller de bicicletas. Cuando llegué con el señor del taller, me enteré que mi mochila está abierta y falta la cartera con todo el dinero que llevé conmigo. Me quedé con 600 pesos, bicicleta rota, sin poder decir ni una palabra en español y una preciosa pareja embarazada.
Caminar, nadar y andar con bicicleta, para mi es el triangulo sagrado del ejercicio, pero la bicicleta te dá algo extra. Aparte de un ejercicio completo para todos los músculos del cuerpo en una manera que no te daña, la bicicleta permite el nacimiento de ideas y pensamientos en tu cerebro en una manera espectacular. Bueno, eso pasa en los viajes largos y tranquilos. Si se te nacen los pensamientos maravillosos en las bajadas de desiertos de los leones, se termina con muñeca rota ¿verdad?
En los gimnasios se ponen pantallas en frente de las personas que usan las bicicletas o se ponen ritmos básicos de música para la gente que practican spinning. Así se evitan el peligro que la gente piensan gracias a Di-s. con las pantallas o el ritmo estúpido, la gente se vuelve zoombies y así los quieren.
Salí del estado de mute. El tiempo como no pasó. Alex y su papa siguieron en la misma frase y las flores no se movieron, ni hablar del árbol trabajador. Me voy, dije. ¿ya te regresas a tu casa? No, voy a comprar bicicletas a mis hijos, respondí con sonrisa.
Y lo hice.
La verdad es que quise comprar una para mi también, pero me di cuenta que en los últimos quince años, el avance tecnológico en el mundo de las bicicletas ha cambiado drásticamente. Frenos hidráulicos, sistemas nuevos de cambios y más. Me metí a estudiar y entendí que lo que quiero comprar está fuera de mi presupuesto, ni usado jajaja. Entonces regresé con el mismo señor de las bicicletas de hace 14 años. parece que estaba en mute también porque se ve igualito. Que miedo. Una semana después y mi bicicleta renació.
Fue muy buena bicicleta en su tiempo me dijo el señor. Si, lo dije, yo también.
Hasta la próxima, Yaron.