Hola mundo
En los noventas del siglo pasado, en la edad pre digital, hice una mesa de comedor para mi maestro espiritual que lo vamos a llamar Roy. Tristemente las fotos de esa mesa espectacular no lograron hacer el brinco de los negativos al disco duro. En mi próximo viaje a Israel intentaré pasar en esa casa para tomar las fotos de nuevo, pero por el momento lo van a imaginar.
La base de la mesa tiene cinco arcos para el piso y cinco para soportar la placa redonda de madera. Como dos palmas conectadas en sus espaldas. Una para la tierra y otra, poco mas grande, para el cielo. En el centro, justo en donde se conectan las dos palmas, pensé que seria interesante poner una piedra bonita.
Cuando enseñe mi idea a Roy, se emociono mucho y decidimos salir un fin de semana al desierto para buscar una piedra adecuada para esta mesa.
El tiempo pasó, la mesa estaba lista, y nuestro plan se manifestó. Al amanecer subimos a su landrover defender 110 y en el medio día, el paisaje alrededor nos enseñó que definitivamente estamos en el desierto. Ahora que lo estoy escribiendo, entiendo como extraño el amarillo plano, seco, silencioso del desierto. En los 16 años que estoy en México fui muchas veces al mar, pero nunca al desierto.
Bajamos de la carretera a una terracería polvosa, el paisaje cada ves perdió arboles y el camino volvió mas pedregoso. En un punto paramos. El motor apagado nos dejó en un silencio completo. Sin arboles no se oye ni el viento. Solo los tiks que hacen los metales del motor enfriando rompieron el silencio y la voz de Roy que dijo; quiero encontrar un cuarzo grande para la mesa. Seria increíble dije, pero me parece poco complicado ¿no? No tanto dijo Roy y saco de su mochila dos alambres de metal doblados en forma de la letra L.
Los agarros en sus manos en paralelo y empezó a caminar apuntando sus alambres así en frente como si fueron una guía de ciego. Los cristales, me explicó, tienen una energía mas fuerte de las piedras. Su estructura molecular es homogenica y por eso magnifica la energía igual como una bocina. Cada cristal tiene diferente estructura molecular y por eso magnifica diferente tipo de energía, es como tener diferentes bocinas para cada nota de sonido solo que esas energías no se pueden oír, aunque, tienen efecto sobre el cuerpo.
Después una hora de caminar nos sentamos a descansar en un rincón escondido del sol gracias a una piedra gigante. Se ve que aquí pasa agua cuando llueve. Hasta un árbol sobrevivió aquí.
Nuestro cuerpo, siguió explicándome Roy, está hecho y funciona gracias a los minerales. Las vibraciones que magnifican los cristales afecta esos minerales y por eso afectan nuestro organismo. cada persona tiene un cristal o mas que lo afecta mejor. Es algo que tiene que ser con su esencia, con su signo zodiaco y su carácter, lo que al fin manifesta en las combinaciones de los minerales en su cuerpo. Estar cerca a los cristales que te influyen positivamente es benéfico y por eso quiero un cuarzo en mi comedor, me dijo.
¿y esos alambres, como funcionan? Pregunté. Bueno, esos alambres la verdad que no tienen ningún poder. Pueden ser hechos de cualquier material, hasta madera. El verdadero detector es el propio cuerpo. cuando apuntas a una fuente de energía que afecta el cuerpo, el cuerpo se relaja, la energía vital pasa mas fuerte y eso genera un micro movimiento irracional que hace que los alambres se abren. Mira, me dijo. Se paro y apuntó los alambres así al horizonte. Los alambres estaban puestos en forma paralelo en sus manos. En eso, Roy empezó a girar en su lugar en 360 grados lentamente. Cuando los alambres se apuntaron al árbol, de repente se movieron a los lados. Se abrieron totalmente. ¿Ves? No lo hago a propósito, pero si lo hago gracias a la energía adicional que tiene este árbol. Roy siguió con su giro hasta apuntar los alambres a mi. Los alambres se movieron rápido. Se cerraron, formando un x en frente de mi. Tienes que tomar agua, me dijo. Tu falta de energía por deshidratar genera un vacío de energía que afecta a mi cuerpo mismo. Por eso se cerraron.
Tome un litro de agua. Si tenia sed. Regresamos a la bestilla y seguimos unos diez kilómetros más para bajar y aplicar el mismo ritual en la naturaleza. Roy caminando con sus alambres y yo con mi binocular. Este día no encontramos nada. Los alambres a veces se abrieron, a veces cerrando, pero cero cuarzos. Antes del atardecer acampamos y en frente de la fogata seguimos la platica sobre los cristales. Si hay un cuerpo de agua bajo de la tierra también nos afecta, me contó, no son solo cristales. De hecho, cualquier forma homogénica de moléculas masiva nos afecta, todos son bocinas al fin. Dormir arriba de un cuerpo de agua no es bueno, me contó. Tomé los alambres, los agarré como me enseñó y di una vuelta alrededor de las casas de campaña. Estamos a salvo, dije. Lo sé, me respondió. Quedamos en el silencio hasta que el fuego se apagó, el cielo nocturno estaba lleno de incontables bocinas como solo en el desierto o medio mar se puede ver. Sin la fogata, el frio seco nos mandó a dormir.
En el día siguiente todo fue muy rápido. En el primer lugar que paramos los alambres se abrieron como una flor luego luego. Pude notar que la tierra arenosa se brilla por pedacitos transparentes. Roy estuvo muy emocionado. Yo me quedé con el binocular en lado del rover mirando el horizonte, disfrutando las formas y los colores de una obra de arte divina. Roy regreso después 10 minuto con la cara roja y un cuarzo de tamaño de pelota de basquetbol. Una pieza que se encajo perfectamente, sin ningún cambio, en las dos palmas de la mesa.
Desde este día tengo mucho respecto a los cristales y dos alambres en forma de L en mi cajón mágico.
Hasta la próxima, Yaron.