Hola mundo.
Un grupo de amigos, me invitó a su viaje tradicional, lo cual hacen una vez de cuando.
salimos antes del amanecer. Después varias horas en autopista y carreteras federal, pasamos a esas caminos olvidados en el tiempo, con mini pueblitos del siglo pasados. El camino volvió a tercería y después una hora de paisaje espectacular, llegamos a nuestro destino. Una aldea en el medio de la nada. Familia de campesinos.
saliendo del coche respiré el silencio, pude oír la pureza del aire, ver hasta el horizonte y oler las tortillas del comal. Pensé, que increíble. Quizá esa gente no tienen Internet, Netflix o oxxo en la esquina, pero tienen una vida sana, no cómo el mundo que vive en la ciudad.
en la noche, cenando el en comedor de la familia, escuché la conversación de uno del grupo con la abuela, la que nos hizo la fantástica cena con las mejor tortillas de mis vidas. En serio.
Estaba triste la abuela. Un miembro de la familia falleció hace poco de diabetes. Dos cercanos están enfermos y su hermano empezó a tomar “medicinas” para la diabetes también, lo cual cuestan una fortuna , lo que no saben cómo pagar (Casi 4 mil al mes en total).
Me quedé traumado escuchando eso. Toda mi ilusión evaporó. Cómo puede ser que el sistema llegó hasta aquí, clavando sus uñas tan profundo en la carne de personas humildes.
Tu me conoces mi mundo. No pude quedar callado. Explique al hermano diabetico qué su problema no es un enfermedad. Que su “Doctor” es solo un narcotraficante legal, porque recibe comisión por las medicinas que vende. Que aun tiene bata blanca, diplomas y sonrisa educada, es un ignorante diabólico. Lo Explique sus errores. Cómo tiene que actuar para curarse. Obviamente no puedo sugerir nada al respecto de las “medicinas”. El “Doctor” es la ley.
Igual cómo la camioneta blanca en el camino, lo que asaltó un trailer.
hasta la próxima, Yaron.