El ruso, el italiano, el francés y el poder de chi gong.

Hola mundo

Soy de esos hombres que siempre andan con la navaja victorinox. cientos de veces me ayudó a resolver problemas, desde abrir una botella de vino y hasta sacar las llaves de mi moto que se quedaron encerrados en la cajuela. Pero no siempre mi relación con la navaja fue tan romántica.

hace treinta años mas o menos saqué la navaja para cortar un cable que me molestó, de bajo de mi camioneta. Mi posición fue incomodo y use demasiada fuerza. De un jalón fuerte corté el cable y mi dedo índice también, como un centímetro de en donde se conecta con la palma. El corte fue tan profundo que la carne se abrió y pude ver el hueso de mi dedo, blanco y brillante.

Mi instinto fue tan rápido, que solté la navaja y logré cerrar la cortada con dos dedos sin que me saliera una gota de sangre. Así, agarrando mi dedo, pedí a mi pareja que me llevara al centro de salud mas cercano.

El enfermero me pidió que quitar mis dedos para revisar la cortada ¿tienes como coser? Le pregunté, es muy profunda, expliqué, mínimo 6 puntadas. El enfermero no me hizo caso. No se si fue por mi voz calmada ó simplemente porque fue una idiota, pero se acercó e insistió ver la cortada.

Solté mis dedos y en un segundo su cara y sus lentes se volvieron rojos por la sangre que salió de mi dedo como si fuera una manguera de presión. El idiota se limpio sus lentes y pude ver que estaba pálido. Tienes que ir a un hospital me dijo. Aquí no puedo atender esta herida. Casi lo maté con mi mirada. Me pasé otra hora, sangrando y adolorido, hasta que cocieron mi pobre dedo en el hospital.

Cuando la anestesia desapareció, noté que no siento mi dedo en absoluto. En el día siguiente fui con el doctor familiar. El doctor que me atendió desde chiquito con cada gripa o otra molestia que tuve. Entré a su consultorio, me senté en una silla negra de plástico en frente de el, le enseñé mi dedo y le expliqué que no la siento. El doctor, un ruso en sus cincuentas, fue una persona muy seria, en mi memoria, no puedo encontrar su rostro con una sonrisa. Sin embargo, al ver mi dedo se empezó a reír tanto que casi se cayo de la silla. 

La verdad, medio ofendí, ¿porque te ríes? Es que jaja jajaja, es que, mire, me dijo y me enseñó su dedo índice, de la misma mano. Corté mi dedo en el quirófano, igualitito como tu. Observé su dedo y pude notar la cicatriz. Es cierto. Se cortó su dedo igual como yo. Sabes, me dijo el ruso, yo corté mi dedo hace veinte años y hasta hoy día no lo siento. Al cortar el dedo en esa manera, se cortan los hilos de los nervios que pasan en este lado y es imposible que se regresan a conectar. 

Triste y confundido regrese a casa. En esa época hice unos trabajos de arte para un italiano que construyó su casa en un lugar precioso en el norte de Israel. Tenía que terminar unos detalles así que tempranito, en el siguiente día, llegué a su casa. ¿Qué te pasó en el dedo? Me preguntó el italiano y lo conté todo.

¿conoces el chií gong? Me preguntó. Mmmmm oí las palabras, pero la verdad no se nada sobre eso, admití. Te explico, me dijo mi cliente amigo italiano. Chií gong en el arte que desarrollo en china hace miles de años y su propósito es conectar, trabajar, usar y absorber la energía. El universo fue creado por la energía, algo que mucha gente lo llamas Dios. Esta energía está en todos lados. En los humanos, en los animales, en el reino vegetal, en los minerales y en el vacío. Te voy a enseñar un ejercicio para que la energía se va a fluir en tu dedo. Eso, se va a reconectar tus nervios y la vas a sentir de nuevo.

Atrás de su casa, en el jardín chino, me eseñó el ejercicio. Al hacerlo, inmediatamente sentí hormigueo en mi dedo y como pulsasiones de electricidad. Durante los días siguientes repetí el ejercicio varias veces al día y en una semana mi dedo revivió. Hoy día esta funcionando perfectamente bien, lo único que quedo es una cicatriz, igualito a lo del doctor ruso, que no tubo la oportunidad de conocer un maestro de chií gong.

unos de las cosas que hice en la casa del italiano
la cicatriz

Desde este evento me quede con la curiosidad y con el deseo de estudiar el arte de chií gong, pero no creen que es fácil. Hay pocos maestros de este arte en el mundo. En china están escondidos porque es prohibido practicar el arte. Mi italiano, que fue una persona con mucha facilidad económica, pasaba mas de un mes cada año en las montañas de china con su maestro para estudiar y practicar el arte. 

Recuerdo que tuvimos esta idea de poner en el desierto de Israel una escultura enorme, hecha de tubos, con la idea que el viento que pasa en el desierto se va a generar sonidos con la escultura. Fuimos juntos con su Land rover para buscar el lugar y yo tenia los dibujos para hacer lo. Antes de empezar con el proyecto, el italiano se fu por su mes y medio a ver a su maestro en china para practicar y estudiar. Cuando se regreso me dijo que el proyecto de la escultura musical se cancela porque su maestro lo prohibió con la explicación que un acto de esta magnitud en la naturaleza, se va a tener efecto sobre la energía del mundo, algo que está prohibido.

Últimamente me enteré que en Cuernavaca existe el instituto Daoista, que es una clínica y una escuela en donde el maestro, un francés, da clases y un diplomado en chií gong. Este francés, igual como mi italiano, es alumno directo de los grandes maestros chinos así que me inscribí y esta semana fui a tomar la primera clase.

Que decepción. Yo, que me quedé con el sabor de la humildad y la pureza del italiano, me encontré con un maestro informal, soberbio, hipócrita y con ego del tamaño de su enorme jardín. En mi vida conocí y fui alumno de varios grandes maestros. Este francés, sin duda es una persona con gran conocimiento, simpático, un genio, pero tristemente, su energía me rechazó.

Sigo en búsqueda.

Hasta la próxima, Yaron.