El secreto de los seguros, primer capitulo

Hola mundo

Me desperté por el viento creo. Es las tres cincuenta en la madrugada. De mi cama, que está encima del bosque, puedo ver hasta el horizonte y pude ver el increíble fenómeno del viento. Primero se ve de lejos, cómo los árboles se empiezan a bailar en silencio. Los árboles se mueven con el aire que se acerca rápido. De repente el espectáculo recibe su audio, cuando el viento llega y pega mi ligera casa de metal madera y vidrio. El viento chifla fuerte y en eso, entra al escenario una lluvia de bellotas que caen de un árbol, lo que me dió pena de podar (las ardillas lo aman).

Y otra vez silencio.

El viento mueve igual cómo las olas en el mar. Cuando el agua en el mar se mueve, su parte de bajo, lo que se toca la arena, se mueve menos rápido, así que la parte del arriba se “cae” adelante, lo que se forma la ola. Así lo mismo es con el aire, solo que con honda diferente.

De mi pared de vidrio, puedo ver cómo los arboles de lejos se empiezan a bailar de nuevo y me dio sed. Duermo desnudo, cómo D-os manda y no tenía ganas de vestirme solo por bajar a mi cocina abierta. Abrí la puerta corrediza y empecé a bajan en las escaleras que están literalmente en el aire libre. El aire congeló mi piel y pude sentir la madera de los escalones mordieron mis pies, así, parado en las escaleras, pude ver en el cielo despejado la flecha del norte y también la Casiopea. Es un sensación de mucha libertad y pureza estar parado desnudo en el aire, en el medio del bosque en la madrugada. Te lo  recomiendo mi  querido mundo, aun es frio.

No sé si tengo que preocuparme por no tener seguros médicos. Vivo conectado con la naturaleza todo el tiempo, igual como hicieron mis ancestros. La misma naturaleza que me va a recibir cuando llegará mí tiempo. No veo el sentido de luchar contra eso. Mi tiempo va a llegar en el momento perfecto y en la manera que tiene que llegar. No veo el sentido de alargarlo unos años más gracias a un seguro médico, lo que voy a necesitar ser esclavo para pagarlo en mi vida real. Recuerdo mi abuelo. Un hombre fuerte como volcán, sensible como este viento, flexible como los arboles bailadores y activo como la lluvia de bellotas.

Cómo el voy hacer.

Hasta la próxima, Yaron.